Me parece que en general lo que se distingue, lo que nos llama la atención, lo que ponemos sobre el tapete es lo escaso, de lo que hay poco. Lo que abunda, o es mayoría, no nos reclama la atención.
Por eso debemos tener cuidado, porque a veces sacamos conclusiones no tan ciertas: Porque en el día –que dura 24 horas, y suceden muchísimas cosas- no nos van bien en dos o tres, concluimos que tuvimos ‘un mal día’. ¿Por qué no contamos todas las que nos salieron bien?
Porque dos o tres personas, o cuatro o cinco, nos desilusionaron concluimos que no se puede confiar en nadie.
Y así con tantas cosas.
Si me pongo a pensar en serio –en esos momentos en que me pincho-, me doy cuenta que es tanto más lo que resulta motivo para agradecer, la gente buena que conozco, y también más mis propios dones que mis límites, que en realidad no se justifica el pesimismo.
A veces nuestros razonamientos no son muy objetivos.
Madre Nuestra
Hace 12 años.
3 comentarios:
Querida Jo....ya estoy de nuevo en casa y felicísima con un hijo "sacerdo in aeternum" como le dijo el obispo al ordenarle.
Nos leemos. Un besote
Totalmente de acuerdo Josefina!. Lo malo hace más ruido y se le presta más atención, pero no es la mayoría de las veces lo que sobreabunda.
Un beso y a mirar con ojos nuevos cada día!
Siempre trato de recordar las cosas positivas, las cosas que me hicieron bien, las cosas que me acercaron a alguien... las otras no las recuerdo, asi de simple, no vale la pena.
Gracias Hermana por hacerme reflexionar. Buena semana y un beso
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