Hay temas en la vida que son difíciles…Y problemas que son bien grandes…
Tal vez por eso muchas veces los abordamos cada uno de un modo distinto, y es posible que todos veamos un poquito de lo que es la realidad.
La enfermedad grave, los accidentes serios, la muerte…
Con el correr de los años, puedo decir que tengo bastante experiencia cercana en esto. Y también, por eso, a esta altura mi propio modo de mirarlo:
Sin duda, la enfermedad, la violencia y la muerte no es algo querido por Dios -Él no nos creó para eso; seguramente tenía pensada la cosa de otra forma- sino que surgen como consecuencia del pecado. Y por eso, como todo lo que viene por el pecado es anti-natural, y tan doloroso.
Pero, gracias a su Amor, Jesús desde su propio sufrimiento y muerte, consiguió revertirle el sentido. Lo que era malo lo convirtió en fuente de Vida.
A partir de su resurrección, tanto dolor nuestro no se suprime sino que –unido al Suyo- tiene verdadero sentido: también es fuente de Vida.
De todos modos, esto es demasiado grande, lo que los cristianos llamamos un misterio.
Pero –como decía arriba, lo digo por experiencia- poco a poco, aunque no lo entiendas, vas sintiendo, palpando, que la cosa pasa por ahí: El dolor en el mundo –y en cada corazón- es enorme; uno diría a veces, demasiado grande… Pero Dios, en Jesús, logró convertirlo –con su propio dolor-, de algo que parece aridez y destrucción, en fuente de Vida verdadera.
(¡Ojalá se entienda lo que quiero trasmitir!)