No sé si ya conté que, porque estamos en un barrio muy especial, en el Comedor somos privilegiadas en cuanto a la cantidad de voluntarios que se nos ofrecen y las donaciones que recibimos.
Al punto de que, cuando nos damos cuenta de que tenemos mucho, tratamos de derivar a otras instituciones no tan afortunadas.
Este último tiempo no es fácil conseguir azúcar; y en todo caso no te venden sino en cantidad limitada. Nosotras no tenemos problema ya que nos donan, cada tanto -todavía no he aprendido cada cuánto-, de a varias bolsas.
El sábado, llamaron de un hogar de niños para ver si podíamos ayudarles ya que se les estaba terminando la que tenían.
Esta mañana me fijé -el cocinero que organiza todo eso, se resintió un hombro y desde el viernes no viene- y me pareció que bien podíamos ceder algunas: ni idea cuándo traerían de nuevo, pero no me pareció guardar nosotros cuando a otros les falta. Más adelante ya veremos; pero tampoco es el caso de que, si damos ahora, nos quedamos sin porque había unas cuantas.
Total que vinieron a buscar tres bolsas.
Hace un ratito pasé por el comedor y, a la siesta, ¡habían traído seis bolsas de azúcar!
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Moraleja: Por supuesto que no es bueno acumular cuando le puede venir bien a otro. Porque, además, la Divina Providencia existe.¡No nos cabe duda!
Madre Nuestra
Hace 12 años.
4 comentarios:
Es muy triste que como país nos esté pasando esto. Un país que se dice que puede alimentar al resto del mundo no tiene ni para que se alimenten sus propios ciudadanos. Antes eran sólo los pobres, ahora hay artículos que están faltando sea cualquiera la clase social a la que se pertenezca.
En particular también me ha sucedido que al ceder algo con buena voluntad luego somos recompensados con creces. Es curioso que aún así el ser humano sea tan aferrado a sus pertenencias, no?
Esta historia es ideal para ilustrar todo esto, por generaciones!
Cariños
¿Escacés en Argentina, Josefina? increíble, ¡que gobiernos han tenido para que les pase eso con esa riqueza que Dios les dió!
Por suerte la Providencia sí existe. Es como la viuda de Sarepta: no falla si hay generosidad y fe.
Décadas de malas políticas han puesto a más de la mitad de los argentinos donde están con todas sus necesidades insatisfechas. Por gracia de Dios, podemos decir que aún somos un pueblo solidario, y siempre es el que menos tiene, el que más da. Si eso no es obra de la Divina Providencia...
Saludos Santiagueños.
Querida hermana, me he quedado sorprendido de que el azucar sea un bien difícil de lograr en Argentina: pensaba que eso sólo ocurría en Cuba o en Venezuela. Por su blog y el de algunos otros blogamigos argentinos fui consciente de que las cosas no van bien allá, y rezo por ustedes todos los días.
(Mientras, Cristina está por aquí, diciendo impertinencias de temas españoles, metiéndose donde nadie le llama)
Y muy bonito el milagrito del azúcar aparecida en la despensa, que muestra una vez más la existencia de la Providencia y la generosidad de Dios siempre: igual que lo que nos contó el otro día sobre la voluntaria Milagros.
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