
Mañana sábado estamos de fiesta.
Una hermana de nuestra comunidad –novicia- hace su profesión temporal.
Esto es, después de varios años de formación, se consagra a Dios en nuestra congregación, haciendo voto de castidad, pobreza y obediencia por tres años.
Los religiosos, antes de hacer nuestra consagración definitiva –perpetua- la hacemos dos o tres veces por un número determinado de años.
Es una gran alegría: Para ella, para nuestra comunidad, de hermanas y laicos que están cerca nuestro, para la Congregación… Y también para la Iglesia como lo es también cada sacramento del matrimonio u ordenación sacerdotal.
Es dar un sí, explícito y público, por nuestra parte al llamado que Dios te hace para colaborar con Él, en la vocación que nos ha dado, en la construcción y santificación del Mundo.
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Por supuesto que también están los que permanecen solteros. Y dan su sí de cada día colaborando en la misma obra. Lo único, que no tienen ese día de explicitarlo públicamente.