El sábado se casó uno de mis sobrinos. Mellizo del que a fines del año pasado estuvo a la muerte por una caída del caballo.
Fue realmente una fiesta. Una alegría honda ser testigo de que hoy se sigue apostando por la vida, por hacer feliz al otro, por permanecer, por -a pesar de nuestra debilidad- creer, poniendo la confianza en Dios, y caminar juntos.
El viernes que viene una Hermana Esclava, muy querida, celebra sus 50 años de vida religiosa. Esta vez la profunda alegría es, sobre todo de agradecimiento... de constatar, por experiencia propia, que es verdad todo lo apostado en el párrafo anterior. Y más aún -insisto: en medio de nuestra debilidad- que Dios se supera, en mucho, con su regalo de fecundidad, amor y vida.
3 comentarios:
Qué lindo!! Cuántos festejos!! Si habrá cosas lindas que suceden y que debemos disfrutar a pleno, con el corazón lleno de alegría!!
Un beso muy afectuoso, siempre te recuerdo con cariño, a tí y todo lo que nos enseñaste de caracterología, tan útil para la vida.
Un beso enorme de Irene Priscolin, de Montevideo Uruguay
Doble felicitación, hermana.
¡Gracias Irene!
¡Qué lindo saber de vos!
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