El domingo tuvimos, los porteños, elecciones de autoridades de la ciudad.
Todo ocurrió muy en orden gracias a Dios.
Al llegar a la escuela que me correspondía, fui a los padrones que estaban pegados en la entrada y encontré que mi hermana mayor -muerta en 1997- figuraba para votar en la misma mesa que yo.
Puede haber sido un error y un error lo tiene cualquiera -sobre todo si es uno, o al menos son pocos- pero lo que más me afectó es que, por más que lo intenté yendo a un tribunal y otro de la ciudad, no encontré a nadie que me atendiera para hacer el reclamo.
Dicen que los fallecidos en el padrón son muy pasibles de fraude. Por eso, quería dejar constancia en algún lado, para que en el escrutinio definitivo si alguien había votado en nombre de mi hermana anularan ese voto. Imposible; hay que presentarse otro día, cuando uno ya está trabajando, y en el ajetreo de la vida diaria. Y además, quién sabe si -al no ser una denuncia específica- cruzan después un dato con otro.
Madre Nuestra
Hace 12 años.
3 comentarios:
Esto me parece tremendo, hermana. En Argentina, en España y en cualquier sitio la presencia de los difuntos en el censo electoral es síntoma de fraude. Aquí en España de vez en cuando hay que revisar a los inscritos de más de 100 años, si no en ciertas zonas hay una sospechosa longevidad.
Comprendo su enfado y me resulta raro que no haya un sistema rápido para evitar este tipo de cosas.
Que no le quede dudas Josefina, es así, los muertos votan, y botan la legitimidad y legalidad de la elección.
Muy lamentablemente, parece que a sólo a pocos nos preocupa que así sea.
Tenemos que mejorar como sociedad. Que Dios nos ayude.
Para algunas cosas son muy adelantados, pero para otras...
Cuanta paciencia hay que tener.
Y cuantas vueltas nos hacen dar para arreglar sus fallos.
Un abrazo hermana y paciencia.
Publicar un comentario