Este fin de semana se murió un señor -Juan- que venía desde hace
varios años al comedor.
Estaba enfermo, muy mal, así que era previsible su muerte. Y
por un lado uno se alegra porque ¿qué más lindo que el cielo?, pero siempre
cuesta igual.
Como es vernos de lunes a viernes, durante varios años, se
hace una relación bien cercana. Dentro de sus posibilidades era una persona de recursos: cuidaba coches por la noche, era cartonero, o aprovechaba todo lo que encontraba o le podían dar. Muy simpático y activo. Muchas veces traía un perrito que quedaba atado en la reja de la plaza de enfrentes mientras él comía.
Vino a comer hasta el 19 de junio, y ya se lo
veía muy desmejorado. Se estaba haciendo estudios que daban resultados nada buenos. Pero seguía siempre sonriente.
La semana anterior, cuando lo fuimos a visitar al hospital, ya
lo encontramos muy mal; y le costaba mucho respirar a pesar del oxígeno.
Ahora ya está bien. Muy bien.
2 comentarios:
¡Qué duras son esas despedidas!
(Perdón por lo vulgar del comentario, pero eso de despedir a los que dejan este mundo es algo en lo que vine pensando mucho ultimamente).
Que en paz descanse. Uds. le ayudaron en la tierra, ahora a ayudarle a llegar al cielo.
Un beso
Publicar un comentario