¿Por qué será tan corriente que no nos animemos a avisarle a un amigo, un hermano o un conocido cercano, que tiene una enfermedad terminal o que se está muriendo?
No sé si nos pasa lo mismo con todas las noticias difíciles de digerir. ¿Por qué será?
Madre Nuestra
Hace 12 años.
8 comentarios:
No lo sé. Me ha dado mucha rabia cuando mis padres no le decían a mis abuelos lo que tenían o cuán mal estaban. Quizás no los pueda entender hasta que me pase a mí. Nunca estuve en una situación como la que presentas. Sólo podría suponer algunas cosas, aunque no logro darles forma...
Hola Josefina
Es una pregunta importante la tuya.
Dejame que te comparta lo que vengo pensando hace tiempo: Evidentemente vivimos en tiempos donde la Muerte se ha transformado en tabú. Hablo de la Muerte con mayúsculas, la verdadera, la de uno. La aceptación de la propia finitud.
Una de las formas de esconderla es intentar vanalizarla, es decir, transformar algo tan único y crucial como inevitable de la propia existencia en algo sin importancia. Y allí tenemos la paradoja de que mientras negamos la posibilidad de la propia muerte vivimos expuestos a una sobredosis de muerte falsa- muerte con minúsculas podríamos decir-, la muerte a carradas de la TV que impacta nuestros sentidos, la muerte de las películas de acción, la muerte mediática, impostada, la falsa cultura de la muerte.
Pero no, en realidad de la Muerte mejor no hablar. No sea cosa que nos tengamos que poner a pensar en la trascendencia, en el sentido de la vida, en el alma, no sea cosa que nos tengamos que poner a buscar a Dios.
Al saber del gran filósofo bigotudo de apellido alemán hemos llegado a ser superhombres, y como tales, inmortales... no nos vengan con pavadas como aquello de la muerte...
Así que si alguien está por morir, no lo debe saber. Y cuando le toque morir que lo haga solo, en una fría y tecnologizada terapia intensiva, donde parezca que fue más una falla de nuestra ciencia que una verdad de nuestra naturaleza, que se vaya sin una mano apretada, sin una oración de sus seres queridos.
Que no nos contagie esa vetusta y anticuada costumbre de morir...
Jose, en qué tema te metiste... Vengo también, como Hernán, a fuerza de Pascuas, pensando mucho este tema; tiro dos cosas nomás:
1.- El enfermo tiene "derecho" no "obligación" de conocer en detalle su condición. Muchas veces confunidimos ésto (en especial los profesionales) y decimos cosas que el otro no está todavía preparado a escuchar o, simplemente, no quiere o puede todavía verbalizar.
2.- no es necesario decir para expresar. Podemos, desde el amor, ayudar al amado a armar su valija para el viaje sin necesidad de ser textuales. De corazón a corazón todo se entiende.
Gran tema, repito, querida Jose.
Fuerte abrazo,
Pablo
Pablo, mi pregunta también es desde la experiencia -bastante por cierto- y justamente lo que me resuena es ese "derecho" que decís vos.
¿Sabés que me parece que a veces, y no pocas, los sanos -profesionales, familiares, amigos- le quitamos ese derecho a quien lo tiene...
De ningún modo creo que, también como decís, haya que atiborrar a datos a quien no te los pide. Pero te doy dos ejemplos, distintos y concretos, muy próximos en el tiempo y cercanos:
Un médico, especialista eminente:
- Sí usted tiene un cáncer; pero no se preocupe, se hace un tratamiento y estará fenómeno de nuevo. (Era de esos que requieren una quimio durísima, con muy mal pronóstico y muchisima posibilidad de reincidencia)
Después de alguna sesión de rayos que aminoró el tumor -pero no curó el cáncer-, y que por la quimio quedó un tendal en la zona:
- Desapareció el tumor. Va todo regio. Usted no puede tragar porque... no sé por qué.
Segundo ejemplo:
Una señora mayor, en edad de morirse, internada y muy mal; La hija pide que vaya el sacerdote. El comentario de otra señora amiga muy creyente:
- ¿Será bueno que vaya el sacerdote? ¿No se irá a asustar?
Planteé el tema como una pregunta porque no lo tengo tan claro, pero yo lo siento como si fuera miedo personal, no animarnos a acompañar al otro en sus sentimientos profundos... ¡Ojo! que me lo digo también a mí misma. Tratar de escaparle al sufrimiento...
Sin embargo, si su hija menor y soltera se queda embarazada, aunque te cueste, no dejás de darle esa difícil noticia a tu amigo... Si pasó alguna desgracia especial -¿quién está preparado?- también, aunque duela, se lo contás y tratás de acompañarlo.
¿Por qué en cambio con el tema de la muerte nos escapamos?
Algo en común con otras "noticias fuertes" hay. A mí me costaría también dar otras noticias graves, no sólo la muerte inminente. Pero aunque hay algo en común, hay otra causa más que es muy probable que tenga que ver con la situación límite que nos plantea la muerte.
Por otro lado, ese caso que dijiste de "¿No se irá a asustar si ve al cura?" me ha pasado de cerca y me ha dado un poco de pena. Se supone que si una familia es creyente debería estar más preparada para esas cosas, más acostumbrada a necesitar la bendición de un cura para ese y otros sucesos de la vida.
Al final de cuentas, ota pariente mía que andaba más alejada de Dios se mostró mucho más valiente cuando se dispuso a recibir la extrema unción. ¡Y lo hizo varias veces antes de finalmente morirse!
Justamente en éstos días un amigo de mi padre esté con una grave enfermedad y la flia. no quería decírselo, entre otras razones porque no querían que se tratara. Estaban totalmente desesperanzados, no querían "prolongar el sufrimiento". Por consejo de mi padre, médico él, le dijeron la verdad sobre su padecimiento y el hombre eligió tratarse hasta las últimas consecuencias. Tal vez no se cure, pero va a luchar porque quiere vivir, aunque sea un poco más. Me pareció importante. La enfermedad es terminal, tarde o temprano morirá, pero luchar por la vida, don de Dios, es de algún modo alabarlo y agradecerle.
Finitud, indudablemente creo que el que debe decidir -si puede- es el enfermo. Y qué suerte que pudo hacerlo ese señor; pero igual de bien que me parece eso también me parecería bien si él hubiese optado por no hacer el tratamiento. Y creo que puede también querer agradecerle y alabar a Dios, e igualmente, preferir no hacer el tratamiento: puede tener muchas razones. Y, quede claro, que la Iglesia ve como buenas las dos posiciones: no hay obligación moral de tomar una u otra.
Jose, efectivamente el paciente tiene derecho a conocer su situación y, si comprendemos ésto, el mejor modo de ayudarlo es permitirle ejercerlo. Coincido en que la mentira que esconde es grave. Siento que nuestra responsabilidad es preparar el terreno para que la persona pueda encontrar el espacio de la pregunta. No es sencillo, lo sé, pero muchas veces, ni permitimos que el que sufre se exprese. "¡no hables de eso, ché!"... "dejate de cosas...qué te vas a morir"... Evidentemente es una lucha de miedos, propios y ajenos la que se juega. Todo un tema. ¡Gracias por plantearlo!.
Abrazo
Pablo
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