Nada ni nadie nos puede separar del amor que nos tiene Jesús, el Cristo.
Nada ni nadie.
Ninguna persona. Ninguna cosa. Ninguna circunstancia.
Su amor es totalmente fiel e incondicional.
Ni siquiera nuestro pecado; por más grande que éste sea.
Nosotros, en todo caso, podemos separarnos de su amor; pero -así y todo- Él no dejará, igual, de amarnos totalmente.
Èsta es la base de nuestra FE. La certeza fundamental y, sobre todo, fundante; que nos marca a fuego la vida.
(Romanos 8,35)
Madre Nuestra
Hace 12 años.
1 comentario:
Mirá vos, Jose, mi corazón andaba por estos pagos también, buscando y de pronto volvimos a encontrarnos al mirar hacia Él.
Pasate por el blog y verás.
El buen Jesús como amarre / el más importante / de nuestra esperanza.
Abrazo gran
Pablo
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