sábado, febrero 20, 2010

De noche, por el barrio.

Sabía que mi familia iba a cenar a una parrillita que queda a ocho cuadras de nuestra casa y les dije que pasaría a saludar; por lo que partí caminando a las 21.30. A la vuelta, con mi hermana, fuimos acompañando a los demás -a pie- cada uno a su casa, y después ella me dejó a mí.
Durante el recorrido, de ida y de vuelta, crucé -como podrán suponer- varios muchachos durmiendo en la calle.
Antes yo no estaba en el Comedor... Esta vez, fue distinto:
Por un lado pensaba: '¿cuál será de los que estuvieron esta mañana con nosotros?'.
Por otro, me daba algo así como pudor por sentirme invadiendo sus vidas privadas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Es en la noche donde se ve la solead y pobreza de niños y jovenes en muchos barrios, es muy triste no poder remediar este mal que sucede en muchos paises, su relato me trajo a la memoria la labor que realizan las Hermanas de la Congregación de la Madre Teresa de Calcuta en un barrio muy pobre y peligroso acá en Lima, salen de noche y recogen a los enfermos, heridos y moribundos y los llevan para su casa, los curan cuídan etc., comprendo que eso no podemos hacerlo por más pena que no de, y no hay muchas congregaciones dedicadas a este fin, ¿qué se puede hacer?, solo nos queda rezar.
Cariños,
María del Carmen

AleMamá dijo...

Qué duro, Josefina, pero al menos tu sabes que haces algo muy concreto por ellos. Le das algo de pan. ¿qui´çen les dará el pan espiritual? y si se los damos, ¿lo recibirán? ya para la multiplicción de los panes el señor sabía que lo seguían por el pan pero nos dejó algo mejor....son pensamientos en voz alta....hay tanto por hacer, amiga.
Un beso

Jorge S. King dijo...

Realmente que duro. Y que triste que muchos jóvenes en nuestro sufrido y vapuleado no tengan otro destino.
Tata Dios ayude a nuestra sociedad a cambiar para mejor.
Saludos Santiagueños

Edit dijo...

Desgarra ver al ser humano convertido en una cosa tirada en el piso. Como un perro de la calle que se acurruca para no pasar frío.
Nos rasgamos las vestiduras, tratamos de ayudar a lo que podemos, tratando de que los que están en nuestro entorno no lleguen a esto, pero la realidad muchas veces nos da la sensación de que nos supera.
He visto gente que hace años vive en la calle. Los hay muy pulcros, que lavan su ropa, deambulan, duermen en las salas velatorias, en los bares de 24hs, sentados con un diario en la mano, en las bibliotecas...
También están los otros que prefieren trabajar la victimización, descuidándose para generar pena y culpa en los demás.
Unos y otros son hermanos y necesitan de nuestra ayuda, pero lo que Dios nos pide, a mi humilde entender, es que ayudemos en la medida de nuestras posibilidades.
No siempre podemos brindar alimento, ropa y habitación a todos los que tenemos cerca. También es importante saberlos observar, ver que ayuda podemos buscar para ellos. Atención médica, tratamiento psicológico o psiquiátrico, llevarlos a un asilo de ancianos o de transeúntes...
todo lo que podamos brindar en el momento es nuestro deber... no mas de lo que nos permiten las fuerzas.. El resto debemos dejárselo a Dios

Fernando dijo...

Querida hermana:

Para los que no somos argentinos, debería usted aclarar esta terrible frase: "como podrán suponer".

Firmo lo que dice Alemamá: por muy terrible que sea el espectáculo, usted sabe que hace algo concreto por ellos, o al menos está a su disposición en el comedor, no les deja abandonados a su suerte, como los demás que pasen por la calle.

hna. josefina dijo...

Fernando: Nuestra casa está en la zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires, y para los que vivimos aquí desgraciadamente no es algo raro ver gente durmiendo en la calle. No sólo ahora sino desde hace tiempo.
El intento de mi entrada es ver cómo el conocer más personalmente a algunos de ellos, por el comedor, cambia la mirada y los sentimientos.
Ale: En el comedor también tenemos grupo de Evangelio -además de otros-, y un coro de peregrinos canta en una de las misas dominicales.
¡Gracias a todos por los comentarios!

Fernando dijo...

Gracias por la aclaración, hermana: no pensé que la cosa estuviera tan mal, por allá.

Pronto nosotros nos veremos igual.