viernes, agosto 20, 2010

Antes de ayer, se nos murió otra hermana.
Estaba muy enferma, después de una operación seria de la que no repuntó y pasándolo muy mal.
Ya tenía bastantes años, ochenta y siete, pero antes de la cirugía, hace poquito más de dos meses, estaba de lo más bien y era la sacristana.
Por eso sentimientos dobles: Por un lado la alegría de que ya está ella feliz y para siempre en el Cielo. Por otro, el desgarrón que siempre resulta cuando se muere una persona querida con la que compartís la vida.
Desde abril, hasta hoy, es la cuarta hermana que se nos muere en la comunidad.
De todos modos, sobre todo –al menos así lo siento- es tiempo de agradecer mucho: Tanta vida, la que pude conocer y la que me cuentan hermanas más antiguas, fecunda… Y la alegría de que ya sólo le queda GOZAR PARA SIEMPRE DEL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS.
Ese día llegará para nosotros también.

6 comentarios:

Jorge S. King dijo...

Hna Josefina, le envío un fuerte y cordial abrazo.

Lola dijo...

Es admirable la fortaleza de espiritu y fé que le imprimen a estas situaciones.
Un abrazo.

AleMamá dijo...

Querida Josefina, qué pena y que paz a la vez, porque ya había vivido una vida de entrega y era hora de descansar en el Señor.

Cada muerte nos recuerda que legará para nosotros también. Le tememmos, pero para un cristiano es llena de esperanza.

Muchos besos

Juan Ignacio dijo...

Sin duda ya las mira desde arriba.
Un abrazo.

Mariaisabel dijo...

Hna. Josefina,
Mi más sentido pesar por la muerte de esta hermana.
Un gran abrazo, con mucho cariño.
Mariaisabel

ALMA dijo...

Un abrazo muy fuerte