Tiene una entrada alemamá.
Y pone: ..."que me tomaría la libertad de encenderlo sólo cuando yo lo decidiera o si me quedaba en panne en la autopista, para pedir ayuda."
Anoche, saliendo de la panamericana y entrando al puente de la General Paz, allí arriba, en medio de todos los autos que volvían del domingo, se nos rompió la cinta del embriage. Bastante desagradable.
Providencialmente, y al ver una monja al borde de la ruta, pasó un matrimonio amigo que se quedó con nosotras -más de tres horas- hasta que se arregló todo el desperfecto.
Pero, volviendo al tema: ¡Cuánto agradecimos los celulares!
Madre Nuestra
Hace 12 años.
5 comentarios:
Gracias hermana Jo por el enlace y la cita.
La verdad es que en esos casos es cuando se les darìa un beso aunque estén manoseados los pobres y útiles aparatos. ¡Pero dejémoslos para el lugar que les corresponde! ¿cierto?
¡Ah! y les pararon "por ver una monja al borde de la ruta" conque no anda con su lindo hábito, ¡nadie le para y ahí se quedan hasta que les saliera moho al motor! jeje
Un abrazo y me alegro que la aventura terminara bien.
Es irónica alemama con lo del hábito!!. No voy a entrar a ese tema. En mi caso sin el celular, (aquí lo llamamos teléfono móvil), no sabría trabajar, mi profesión a cambiado tanto ultimamente que sin el teléfono y el correo electrónico no podría trabajar.
Si así te sentiste en la Panamericana imaginate en una ruta de tierra dentro...
En una ruta de tierra adentro, la hubieran socorrido con rapidez.
No hay gente mas solidaria que la gente de campo, porque saben el valor de la ayuda y lo dificil que es la soledad en un momento de apuro.
Hermana Jo y amigo Rodríguez, a quienes aprecio y conozco por algún tiempo significativo:
No he sido irónica al mencionar el hábito tuyo, Josefina, tu sabes cuánto lo aprecio. De verdad que les ha ayudado. He visto gente tirada, accidentada de poca monta --pero mal-- y nadie les para "por que para eso hay otros". Si las auxiliaron y acompañaron, lo de que fueran monjas les ayudó y eso no se sabría a 100 kms por hora sin el hábito de Josefina.
Un beso grande, como siempre.
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