Dos personas tan distintas.
Por lo que sabemos de ellos –nos lo dicen los Evangelios, los Hechos, y sus Cartas-, los dos tuvieron vidas muy difíciles, se mostraron en muchos momentos muy frágiles, e hicieron cosas muy polémicas. Incluso, les costaba mucho entenderse entre sí.
Así y todo, -mejor dicho- con todo eso, los dos son santos; y, sin duda, pilares de la Iglesia.
Los dos también, cada uno, apasionado seguidor de Jesús.
Con sus caídas y vueltas a empezar.
Es que, a veces, somos bastante ingenuos:
Jesús nos dice “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.
A mí esto me entusiasma y me alegra, porque me doy cuenta de que por eso, justamente por eso, aquí tengo lugar.
Madre Nuestra
Hace 12 años.