viernes, noviembre 25, 2005

El hombre NO es la medida de todas las cosas

El hombre no es la medida de todas las cosas: su alegría está en saberse pecador salvado –salvado porque 'perdonado'-; y salvado por el Amor de un Dios que, por eso mismo, lo hace hijo y relacionado con El, por amor, para siempre.
¿Por qué tenemos tanto miedo a reconocernos pecadores, cuando la experiencia del amor que perdona -que perdura, y crece en el perdón- es tan reparadora?
¿No es mucho más lindo, y esperanzador, y cierto, saberse débil -y hasta “falluto”-, pero incondicionalmente, e irreversiblemente, amado?
Estos días, me está dando vueltas, en la cabeza y el corazón, la idea de que uno de los grandes problemas de este tiempo -¿sólo de éste?- es la enorme dificultad, que tenemos las personas, en reconocernos “dependientes” y “necesitados de perdón”.
Nota: Esto no es masoquismo: es mirarse con realidad y cariño, porque siempre hay Alguien que te ama. Es decir: "Amén" ("Ésta es la Roca en que me apoyo").

10 comentarios:

Marina dijo...

Sabés que justo vengo de un encuentro con adolescentes que se confirman pronto y antes de la misa le digo al cura, conocido mío: "Mirá, me quería confesar, si querés arreglemos para un día en la semana, o te llamo estos días." Y como faltaba llegar uno de los micros, me dice "Si querés, podemos ahora." Y me encantó:
-su prontitud y disponibilidad, porque él también había estado en el retiro con 180 adolescentes dos días y cuando lo abordé estaba charlando con unos conocidos.
-los signos de Dios en su forma de recibir, de no condenar, de percibir que si te vas a reconciliar, ya te diste cuenta del pecado, no hace falta que te pongan sal sobre la herida con escandaletes, juicios fuera de lugar, quejas, reproches, palabras amargas y desubicadas (lo padecemos a veces,no?...)
Así que feliz-feliz de esta Iglesia que me recibe así, por enésima vez, que no me condena, y que cree (además de la gracia, obvio) en mi palabra, sin más trámite ni formulario ni garantías cuando digo "Quiero volver". Digo, si dependiera de mí (pero qué suerte que no, para todos ;-) me pondría mil requisitos, conociéndome...Y El, que me conoce más que yo, me tiene siempre abiertas las puertas a través de mis hermanos sacerdotes...

Anónimo dijo...

Anoche estuve tratando hacer un comentario y mi servidor estaba en el suelo y ya me fui a dormir, mejor.

¡Cuanta razón tiene en lo que dice! ¿Es de extrañarse? ¡Pero si es al pie de la letra el pecado de Adán: "Sereis como dioses"! es decir, decidimos lo bueno y lo malo y ante eso, ¿de qué pedir perdón si no hago nada contra MI CONCIENCIA aunque la pobre esté más mal que la del Gengis Khan?

Por gracia de Dios, el sacramento del perdón está volviendo a ser apreciado tanto por los fieles, como por los sacerdotes, que en algunas épocas bastante poco luminosas no alentaban mucho a rcurrir a él, pero ya no, las aguas vuelven a su cauce y, al menos en mi parroquia, basta que se diga que hay alguien confesando para que se llene el confesonario. Ahora el problema es que se puede oír de tanta gente alrededor y están arreglándolo con puertas con vidrios pero acústicamente herméticas.

Nada nuevo bajo el sol: ni la soberbia de Adán, ni la necesidad del perdón EXPLÍCITO, sacramental, que entra por los sentidos y significa la gracia del regreso a la Casa del Padre y que tenemos como tesoro en nuestra Santa Iglesia Católica.

XavMP dijo...

¿Es el amor la medida de todo?
Es como la pregunta flotante que queda en tu post.

Te esperamos en Sunchales, vamos a ir a escuchar tu charla. Pasame por mail tu agenda para saber cuando podemos contar con 10 minutos tuyos... :-)

Anazia dijo...

Yo me siento culpable casi siempre por saber que estoy haciendo mal (no obedecer a mi madre en algo que no me parece justo) y encima saber que seré perdonada, eso me hace sentir muy mal...

hna. josefina dijo...

¡Bienvenida Anazia!
¡Gracias por todos los aportes!
Esto me encanta de los blog, que entre todos los vamos armando. Es como si uno diera la patada inicial en un tema, y nos vamos enriqueciendo.
A mí me da mucho miedo esa seguridad que se salta por encima todo lo que no es uno mismo. Me parece que es lo que lleva a muchos sin-sentidos de hoy... y creo que, muchas veces, por considerar que imposible equivocarse.
A alguien que no creyera en Dios le diría que "la medida es la realidad"; no yo.
Y, como yo sí creo en Dios, no importa tanto que yo falle o no, porque Él es quien sostiene todo... ¡hasta a mí!
Y ahí viene la alegría del sentirme perdonada.
Cómo experiencia de vida: ¿no les pasa, en la amistad, cuando ha habido "perdones" de por medio -verdaderos perdones- no ha disminuido sino crecido mucho más?

Aeronauta dijo...

El perdón...¡alivia tanto! perdonar y ser perdonado, y ¿quién no ha estado en alguna de las dos fronteras? A veces en ambas a la vez.

Imagínate saber que rompieron el papel de tu deuda: ya no existe, te la condonaron....y en la confesión no es que "lo creas así" ¡es que lo VES con la absolución sacramental!

Anónimo dijo...

si bien concientemente lo reconozco, lo entiendo y lo creo así, desde mi corazón es algo que me cuesta terriblemente aceptar... que caí, y por más que hoy me levante mañana voy a volver a caer... ¿Con qué cara lo miro a Dios? nuevamente... mi cabeza puede... mi corazón llora y se esconde de verguenza. le lleva su tiempo, pobre...

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Hermana, recién descubro este espacio y la verdad que me encantó, asique la visitaré seguido. saludos

hna. josefina dijo...

¡Bienvenida Meri! Pronto visitaré, con tiempo, el tuyo. ¡Saludos!

Anónimo dijo...

Hola Hermana, le quería contar que el 8 (y como regalo a María ) me confesé después de tres largos meses... Estaba en misa y pensando me acordé de este post... y fue un empujoncito... asique gracias...!

hna. josefina dijo...

Meri: Gracias a vos! Felicitaciones! Un abrazo, y sigamos en este blog-contacto! Ya te visitaré largo cuando tenga banda ancha, al volver. Hasta pronto!