viernes, septiembre 01, 2006

pequeña reflexión

Honestamente, creo que me encantaría hacer de mi vida –y también mi palabra-, sobre todo, un ‘anuncio’.
Un signo de que la vida es un regalo. Un regalo precioso. Y que el primer regalo somos nosotros mismos, todos y cada uno. Se nos ha hecho un regalo y seremos felices regalando. Que todo lo demás, también, es regalo para nosotros, para todos y para cada uno.
No dudo que éste es mi deseo profundo. Porque realmente estoy convencida de ello; porque creo que es lo más importante de todo, y porque es el anuncio, totalmente verdadero, que necesitamos conocer todos.
Pero resulta...
Creo que, quizás se deba a que me ha tocado –y nos ha tocado- vivir tiempos ‘adversos’, aún sin proponérmelo, dedico gran parte de mi vida más bien a ‘la denuncia’: esto no va; aquello no me parece; de este modo estamos haciéndolo mal...
Por supuesto que, si es necesario, deberíamos tener el coraje de denunciar. Pero ¿no se me está yendo la vida sobre todo en eso, y escapándoseme lo mejor: lo más valioso, lo que me salva y nos salva a todos?
..............
Si ‘anuncio’ el regalo, el don, muchos querrán conocer, o acercarse más, al Donante... si sólo ‘denuncio’ ¿no le tendrán miedo al Juez?

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cuánta razón tienes! Hay que denunciar a injusticia cuando no se ve, creo yo, y eso de "la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio" es TAN REAL que nos impide la visivilidad hoy como ayer; pero el anuncio es tan bello, tan atractivo, es mostrar la fe con obras y asi, no será necesaria la denuncia tanto como se ha creído:
¡Caerán las escamas solitas de los ojos de cada uno que toquemos que tenga buena voluntad además!

Saludos.

hna. josefina dijo...

¡Muchas gracias por tu comentario! Porque tenía miedo que no se entendiera lo que quiero decir. Y me parece que lo entendiste MUY BIEN...

Anónimo dijo...

¿Esto se aplica hacia dentro y hacia afuera de la Iglesia?

XavMP dijo...

No se, creo que hay carisma para todo... De alguna manera estamos todos llamados a hacer "anuncio" primero, y cunado es necesario algún que otro "denuncio".

Sin dudas el "anuncio" es más lindo y en el "denuncio" se puede caer por vicio (pesimista o maniqueo), pero tiene que haber un equilibrio en la Santidad

hna. josefina dijo...

Tito: no entiendo tu pregunta.
Xavier: Me parece que a veces la gente, desde afuera, ve a los cristianos sobre todo como personas que no admiten tal o cual cosa. ¿No será porque no sabemos mostrar -con nuestra vida- todo lo lindo, y lo plenamente humano, que es el cristianismo?
No lo estoy diciendo en teoría. Creo que el vivir 'contracorriente' a veces me hace poner demasiado el acento en lo que resisto, y dejo de 'vivir a pleno' (Y entonces, les estaría dando la razón... Aunque no sea esto, desde ya, la santidad: "Un santo triste es un triste santo")

Anónimo dijo...

Me refiero a que, a veces, también se olvida el anuncio cuando se trata de hablar a los cristianos ya convertidos, quedándose con la denuncia (de las muchísimas cosas que tenemos que corregir realmente). Es un problema dar por anunciados a todos los bautizados o a todos los que asistimos a Misa y exigir obediencia en consecuencia. Podríamos anunciarnos, un poquito más, los unos a los otros. La desobediencia de la feligresía no va a solucionarse hasta que tengamos una Iglesia anunciada, anunciante y comprometida con el anuncio. Me da la impresión de que estamos (no sé quiénes) acostumbrados o resignados a una Iglesia mediopelo, con chicos que después de la catequesis (muy pobre a veces) no vuelven o no crecen en la Fe, con matrimonios que no obedecen y no enseñan a obedecer, ancian@s que después de toda una vida de Misa, no manejan los rudimentos básicos de la Fe (hoy no voy a hablar del clero). No quiero pintar un panorama excesivamente negro, sé que hay muchos testimonios muy valiosos en contra de lo que digo. Pero yo lo veo como un problema, y quisiera algo mejor para mis hijos (cuando los tenga). Quiero que encuentren una comunidad que los ayude a ser fieles y perseverar, que no lo dejes solo, ni en la Misa, ni en la Oración, ni en la formación.

Creo que la obediencia y la aceptación de las "prohibiciones" (que podrían estar planteadas como un estilo de vida en positivo["respetar la vida" en lugar de "no matar"]) necesitan estar fundadas en el Amor. Es más, casi siempre se da de esa manera, cada uno obedece en función de lo que "ama" (y cuánto lo ama).

Pablo Muttini dijo...

Fantástico tu convite, Josefina. Sin duda que lo que falta es anuncio. Hay que invitar al amor. Mostrar a un Jesús que nos ama y nunca dejar de mostrar cómo lo expresa; repetir sus gestos, sus actitudes, sus caricias, su compromiso y por sobre todas las cosas, intentar vivir su coherencia. Se puede anunciar y del anuncio siempre surge algún tipo de denuncia, pero partiendo desde la Buena Noticia, siempre tendrá más perfume a corrección fraterna que a dictamen.
Días pasados, charlando con un Obispo, me decía precisamente que ellos se están cuestionando si no será tiempo de cambiar nuestras catequesis y transformarlas en espacios de anuncio.
Se ve que el Espíritu anda revoloteando con ésto y, tu profunda sensibilidad y la de quienes te hacen comentarios, lo han percibido.
Muchos saludos,
Pablo

hna. josefina dijo...

De acuerdo, Tito y Pablo.
Y hasta me refiero también a la vida cotidiana, y 'terrenal', por decir de alguna forma. Es que a veces la imagen que damos es que no sabemos, o no nos gusta, o tenemos miedo de vivir. Y esto no es así, sino todo lo contrario: todo es para el ser humano, y éste para su hermano y para Dios. O sea que cómo no gozar de toda la creación.
El problema viene cuando la propuesta es mal-usar... ¡pero esa es otra cosa!
Es maravilloso usar un Mercedes Benz, pero para lo que es, porque si lo usamos de depósito de trastos viejos ¡es un desperdicio!

Semilla dijo...

Hola... Acá en Chile, lamentablemente, también debemos lidiar con esa cruda realidad... yo pienso que Hitler y el holocausto quedan chiquitos al lado del enorme GENOCIDIO que se está cometiendo hoy... no solo a través del asesinato cruel y directo a través de esa "operación" llamada aborto... si no también de la aquí ya famosa "píldora del día después"...
Señor, que tu infinita Misericordia se derrame sobre las almas de nuestros gobernantes, que en verdad no saben lo que hacen... No ven que están coartando Tu voluntad de que nazca un genio, un artista, un historiador o una mujer que quizá estaba destinada a descubrir algo increíble... algo que jamás conoceremos... Me da una pena sofocante este tema, lo siento si es que a alguien le parece exagerado mi sentir.

Juan Ignacio dijo...

Creo no decir nada nuevo pero diré que hay momentos y hay "quiénes" para una y otra cosa.

Para la denuncia (que no sé si el problema no está en la palabra, quizás habría que usar otra), está el profeta.

Pero aún así, el profeta, según explicó Ratzinger, se encarga de un anuncio (y no usa la palabra denuncia).

Perdón por este texto que transcribiré pero creo que viene muy a cuento.

Tengo la impresión de que hoy existe un vasto malentendido en torno a la categoría de lo profético. El profeta se entiende así como un gran acusador, que se coloca en la línea de los «maestros de la suspicacia» y percibe lo negativo por doquiera. Esto es tan falso como aquella opinión que prevalecía antaño y que confundía al profeta con el adivino.

El profeta es en realidad el hombre espiritual, en el sentido que san Pablo da a esta expresión; es decir, es aquel que está totalmente penetrado del Espíritu de Dios y que por esa causa es capaz de ver rectamente y de juzgar en consecuencia. Su misión es, por lo tanto, hacer la obra del Espíritu Santo y ello significa convencer al mundo en orden al pecado, a la justicia y al juicio (Jn 16,8). Puesto que todo lo ve a la luz de Dios, posee una percepción inexorable en lo que al pecado respecta; él debe dejar al descubierto la hipocresía y la mentira ocultas en las cosas humanas, para dejar despejado el camino hacia la verdad.

Convencer al mundo del pecado es desde luego algo enteramente distinto a una crítica social fundada en lo puramente sociológico o guiada por intereses de tipo político. Significa juzgar a los hombres y a las circunstancias a partir de su relación para con Dios; introducir en la comunicación el juicio de Dios como el factor decisivo y remitirlo todo a Dios. Por esta causa, el lenguaje profético es religioso en grado máximo, es lenguaje «espiritual». Por eso, el lenguaje profético siempre aplica también la medida de lo positivo: la justicia «porque me voy al Padre» y el juicio de Dios. Precisamente por esta razón, el lenguaje profético es siempre portador de esperanza. Hablar proféticamente significa, en síntesis, interpretar la situación desde el punto de vista de Dios, reconocer la voluntad de Dios rectamente en una situación determinada y proclamarla.


(Lo tomé de aquí pero también Compostela lo había citado).

Amanda Granados dijo...

El profeta anuncia, denuncia y da esperanza. Si te quedas con la denuncia podra parecer vano pero si cumples con las tres lograras ser equilibrio entre denunciar y ser regalo, como un llamado de vida.

saludos,

Raquel dijo...

Vaya post más interesante. Creo que debo leer una vez más los comentarios de tanta gente que se dejó caer por aquí.

Pero en definitiva comparto 100% lo que dices de que los cristianos debemos tener cara de 'Buenas Nuevas' intentar encarnar la Palabra para que otros puedan ver el Evangelio en nuestras vidas, quizá su única oportunidad de verlo seamos nosotros.

Oremos unos por otros para que Dios nos conceda esta gracia.

Saludos!!!