En esta época de cambios vertiginosos y logros explícitos –en
que un adelanto queda atrás porque surge otro nuevo muy rapidamente- sigue
habiendo ámbitos , y muy importantes, donde es necesario ‘permanecer’. Y eso
nos cuesta mucho.
Y no me refiero a permanecer resistiendo con un esfuerzo
supremo como quien sostiene un peso enorme, porque tal vez eso justifique y
motive el mantenerse. Nos cuesta permanecer en lo sencillo, lo sin brillo, lo
de cada día, pero indispensable para la vida.
De la concepción al parto hay largos nueve meses de
permanencia oculta inmensamente fecunda. En nuestro cuerpo existen cantidad de
funciones que, de puro permanentes, no se notan hasta que empiezan a fallar. Y
en la naturaleza, y en la vida anímica, intelectual y también en la espiritual.
No las notamos pero están y nos son necesarias.
¡Y pensar que los hombres hoy muchas veces despreciamos lo
que no cambia, lo que no da resultados brillantes e inmediatos!
(El ‘pequeño’ trabajo rutinario, las relaciones personales
de cada día, el cariño atento, el amor fiel, la oración)
Nuestro tiempo es apasionante y lleno de beneficios para
agradecer. Pero también tiene algunas trampas en las que debemos cuidarnos de
no caer.
6 comentarios:
Excelente como siempre Hna Josefina.
Saludos Santiagueños,
Muy oportuna reflexión, Josefina.
Cariños
Qué bien lo expresa, hermana, y tiene razón: hoy hay tantas novedades, todos los días, que si uno no tiene cuidado acaba olvidando lo que nunca debe cambiar: en la vida de fe, en la vida familiar o matrimonial o de la comunidad, en todo.
Eso, eso.
Y además estamos tan acostumbrados a lo normal o a lo ordinario que no vemos que es un milagro que siga así, sin cambiar.
Pues si, debemos aprender a ir solventando todas las novedades,adaptandonos solo a las que sean buenas y sobre todo no cambiar la base de nuestra enseñanza, Nuestro nucleo siempre Jesucristo.
un abrazo hermana.
Jose, siempre tan lúcida! Agradezco a Dios que estés atenta!!!
En la línea de lo que proponés, aporto el título de un libro para leer o releer: Los sacramentos de la vida, de Leonardo Boff.
Es notable cómo va revisando minuciosamente esas certezas (permanencias, si vale el neologismo) y como las presenta fundantes en nuestra vida. Sugerencia nomás. Abrazo y gracias de nuevo!
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