Hoy, cuando compramos un aparato –sobre todo si creemos que de buena calidad-, o también puede ser un departamento ‘a estrenar’, pretendemos que esté perfecto y que funcione todo al pelo. Y cuando le aparece algún problema lo atribuimos generalmente a dos cosas: o vino fallado o se está poniendo viejo, o sea se está gastando. Y nos desilusiona, nos irrita, o nos deprime.
Si en vez de ‘comprarlo hecho’ lo fabricamos –al menos en gran parte: pienso en esos que construyen su propio automóvil-, o lo construimos –si es la casa- nosotros mismos; los problemas que aparecen no nos extrañan, ni nos desilusionan: son desafíos que nos alientan para ir mejorándolo cada vez más: Con esto todavía no pude, pero ya lo voy a lograr.
Pensaba que, a veces, nosotros –con respecto a nosotros mismos y a los demás también- nos sentimos como que venimos ‘prêt à porter’, terminados para usar, y pretendemos no fallar.
Es verdad que mucho nos ha sido dado, partimos con un regalo básico maravilloso; pero, de ahí en más, hay también mucho por crecer. Los errores, las fallas, las correcciones son totalmente previsibles y desafíos del camino.
Las culturas actuales del ‘compre y use’ a veces nos confunden en serio.
Madre Nuestra
Hace 12 años.
6 comentarios:
Tienes toda la razón. Buen punto de meditación personal.
Un bseo
buen paralelismo, uselo y tirelo, cuantas veces nos creemos descartables y olvidamos que somos maravilla.
saludos
Buena comparación.
Será que tenemos que "hacernos nosotros mismos" antes que esperar que nos hagan, y así estaremos más dispuestos a irnos mejorando.
(Somos haute couture)
Totalmente de acuerdo!!! Y es una pena que esta cultura del compre y use se entienda aplicable a las personas. Pero como todo, depende de nosotros que no se ponga de moda.
Un abrazo!
Hermana, su post refleja muy bien la frivolidad actual, donde las cosas tienen que ser perfectas y nuevas, y si no ya no las queremos. ¿Qué queda de cuando la gente vivía humildemente, y durante toda su vida usaba la misma cazuela, la misma máquina de coser, la misma plancha? También es verdad que las cosas ahora se fabrican peor, claro.
Exacta su comparación con nosotros mismos: ¡tantas veces nos desesperamos por no ser perfectos, pero no por amor a Dios o a los demás (a los que fallamos), sino por soberbia!
Esta bien que uno intente mejorar siempre pero evitando el perfeccionismo que tanto amarga la vida de uno y de los demás. Un abrazo
Publicar un comentario