En mi comunidad tenemos una hermana que cumplió, a principios de este mes, 102 años.
Prácticamente, hace la misma vida que todas nosotras. Es verdad que oye bastante poco –y esto le hace más difícil la integración en los momentos de reunión con varias personas- pero no por eso se rinde. ¡Al contrario! No se pierde nada.
Ahora también le cuesta bastante caminar; pero mientras a otras, que son más jóvenes –siempre hablo arriba de los 85 o 90-, nos fijamos de ayudarles ofreciéndoles nuestro brazo para ir de un lado a otro, sabemos que a Angélica le gusta hacerlo sola.
No se pierde acto común ni programa; contamos con ella en todas las ocasiones: hasta sigue haciendo ‘adoración nocturna’ –los primeros viernes, las hermanas y algunos laicos, nos turnamos de hora en hora, y así tenemos a Jesús en la Eucaristía expuesto en el altar toda la noche con las puertas de la iglesia abiertas a la calle, para invitar a adorar a quien quiera- como cualquiera de nosotras (sólo que no la dejamos sola, sino que en ese turno hay otra hermana); y hoy –por supuesto- salió con todas a hacer un tour por Buenos Aires, en Combi, como cierre de vacaciones.
Después del paseo llegó a la adoración. Venía con su bastón caminando despacito. ¡Esas cosas cansan hasta con menos años!, pero igual no falló.
Yo, que estaba rezando, la veía avanzar; de a poquito pero sin dudar... como avanza en la vida, desde hace tanto tiempo. ¡Cuánto ha cambiado todo! ¿Se imaginan desde 1904 hasta hoy?... Y la Hna. Angélica no afloja. Sigue adelante. Siempre fiel, y también, siempre contenta y entregada del todo, como si todo fuera muy fácil y sencillo.
Madre Nuestra
Hace 12 años.