Hace tiempo alguien nos hacía caer en la cuenta que muchas veces nos ofendemos con alguien porque nos lastimó, sin pensar que la herida que nos provocó fué más grande, no por lo que hizo él sino por nuestra situación que, tal vez, no conocía; lo que debería reducir nuestra ofensa.
Por ejemplo:
Alguien me quita la billetera con $30,- adentro.
Si ese dinero -aunque es poco- era lo único que tenía, le daré mucha importancia.
Si, además de eso, tengo mucho más; es posible que no me preocupe mucho.
A veces -y no pocas- el otro, aún sin saberlo, carga con mi ofensa o enojo por algo pequeño que hizo pero que a mí me afectó, por equis motivo, demasiado.
Madre Nuestra
Hace 12 años.