Con los años vividos, y llegando a una altura de la vida, mi experiencia es:
Creo que, indudablemente, se me ha ido ablandando –gracias a Dios- bastante el corazón. De joven era mucho más ‘justiciera’, más inflexible en mis juicios; hoy creo que he crecido en ‘comprensión’, en tratar de ponerme en la piel del otro.
Pero sucede también que al mismo tiempo las ‘bisagras’, en cambio, se han ido entorpeciendo: Hay hábitos, reacciones, y demás, que uno las siente mucho menos manejables y dúctiles que al principio.
De lo que resulta, probablemente, que lo ganado en blandura de corazón se nota poco –o no se nota- hacia el exterior.Este ‘resultado visible’, en otro tiempo me hubiera costado muchísimo (era muy perfeccionista); hoy -también con el paso de los años- me estimula al humor, y hasta me da alegría, porque me doy cuenta que es verdad que ‘las apariencias engañan’.
Creo que, indudablemente, se me ha ido ablandando –gracias a Dios- bastante el corazón. De joven era mucho más ‘justiciera’, más inflexible en mis juicios; hoy creo que he crecido en ‘comprensión’, en tratar de ponerme en la piel del otro.
Pero sucede también que al mismo tiempo las ‘bisagras’, en cambio, se han ido entorpeciendo: Hay hábitos, reacciones, y demás, que uno las siente mucho menos manejables y dúctiles que al principio.
De lo que resulta, probablemente, que lo ganado en blandura de corazón se nota poco –o no se nota- hacia el exterior.Este ‘resultado visible’, en otro tiempo me hubiera costado muchísimo (era muy perfeccionista); hoy -también con el paso de los años- me estimula al humor, y hasta me da alegría, porque me doy cuenta que es verdad que ‘las apariencias engañan’.