Hace días que no escribo.
Es que de nuevo tuvimos una tanda en nuestra casa, y además un cursito de caracterología, lo que no me dejó tiempo para mucho.
La tanda salió muy bien. Asombrosamente, no hubo contratiempos; porque siempre, según la ley de Murphy, tenés todo preparado para cuando llegan y al ratito surge algún inconveniente. La vez pasada se rompió el flotante de la cisterna del baño, donde se alojaba la señora más delicada del grupo. Gracias a Dios, y también a ella, una de las organizadoras se puso manos a la obra, y cuando quise acordar ya había salido a comprar un repuesto y ¡lo cambió ella misma! ¡Eso es solidaridad!
¡Ahora que recuerdo! Sí que tuvimos un problemita esta vez: el sábado a la mañana, se cortó la leche que habíamos calentado para el desayuno. Pero por suerte habíamos encargado la suficiente, como para reemplazarla, sin que faltara después; por eso ya me había olvidado. Además, era mucho más complicado lo del baño de la semana anterior... (Si no fuera por la 'voluntaria', hubimos de llamar al 'sanitario' o 'fontanero' o 'plomero' o... según se le llame en cada país hispano-hablante).
A ver si ahora retomo el ritmo. Pero se ve que este año viene más irregular.