domingo, agosto 03, 2008

Nada ni nadie.

Nada ni nadie nos puede separar del amor que nos tiene Jesús, el Cristo.
Nada ni nadie.
Ninguna persona. Ninguna cosa. Ninguna circunstancia.
Su amor es totalmente fiel e incondicional.
Ni siquiera nuestro pecado; por más grande que éste sea.
Nosotros, en todo caso, podemos separarnos de su amor; pero -así y todo- Él no dejará, igual, de amarnos totalmente.
Èsta es la base de nuestra FE. La certeza fundamental y, sobre todo, fundante; que nos marca a fuego la vida.
(Romanos 8,35)

1 comentario:

Pablo Muttini dijo...

Mirá vos, Jose, mi corazón andaba por estos pagos también, buscando y de pronto volvimos a encontrarnos al mirar hacia Él.
Pasate por el blog y verás.
El buen Jesús como amarre / el más importante / de nuestra esperanza.
Abrazo gran
Pablo