lunes, octubre 16, 2006

"Un Día del Perdón argentino"

Me encantó este artículo del rabino Bergman. Interesantísimo.
Adhiero totalmente. ¡Ojalá prenda la idea!
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Nota vespertina: Pensando en cuantos leerán esta entrada no siendo argentinos, creo que importa poco . El contenido -aparte de algún que otro término concreto- estoy segura que es válido para todos. Y, si no, diganlo uds. mismos.
(Si llegara a no andar el vínculo, por favor, avisarme y lo transcribo en el post)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no se hermana, no se... No soy teólogo, pero la idea de que "El perdón es la dimensión espiritual con la que recordamos y no olvidamos", me chirría un poco. Yo siempre pensé que en la confesión Dios aniquilaba nuestros pecados, no sólo olvidaba, si no que es como si nunca hubieran existido. Nosotros, por tanto, debemos tender a imitar al Maestro. Yo pensaba que el perdón cristiano consistía en perdonar y olvidar, pero olvidar de verdad, sin apartados en el subconsciente. Por supuesto que esta forma de olvidar es una gracia de Dios, si no es imposible. Si la ofensa está siempre en pié yo no podría mirar a la cara a Cristo. No podría comulgar. Aclareme, por favor, si el perdón cristiano tiene algo que ver con lo que dice el rabino o por el contrario con lo que yo siempre he entendido.

hna. josefina dijo...

Rodriguez, yo tampoco soy teóloga ni, mucho menos, conozco la teología de los judíos, pero por lo que dice el rabino en este artículo, no pienso que los cristianos estemos muy separados de su propuesta.
No creo que el olvido sea un elemento del perdón cristiano. ¡Al contrario! La maravilla es tener memoria para calibrar ¡cuánto se me ha perdonado!... El Evangelio, la Iglesia, la Historia toda de Salvación, es un recuerdo constante del pecado cometido; y un recuerdo, también, totalmente agradecido de el perdón recibido: Recordamos el pecado de los primeros padres, los pecados -tantos- del pueblo elegido, los de los apóstoles -Pedro a la cabeza, y los otros, hasta Judas- y tanto pecado de la Iglesia -san Pablo, san Agustín, por poner algunos- ¡Y tanto perdón de Dios, derramado, (por supuesto, en nuestro caso, con la claridad que nos lo alcanza Jesús desde la Cruz), que borra la culpa, que santifica, pero no que olvida.
¡Por supuesto que puedo comulgar! Y ojalá que con cuánto más amor agradecido - Eucaristía-Acción de gracias - sabiendo cuánto se me ha perdonado... como aquella que le lavó a Jesús los pies en casa de Simón: amó mucho porque sabe cuánto se le perdonó.
No, francamente, en mi experiencia de vida no siento que el perdón sea olvido. No es: no pasó nada... ¡NO!. Es: sí que pasó, ¡y mucho!, pero yo te sigo amando. A pesar de lo que pasó, yo te sigo dando mi amor... per-don. 'A pesar de', el don permanece. ¡Esa es la maravilla! Eso es Misericordia: corazón para el pequeño, para la miseria.
Lo que pasa que Su Amor es tanto, que hasta nos hace -en cierto modo- olvidar lo que le ofendimos, porque no quiere que nos pese... Pero mejor sería si no lo olvidamos, y ya tampoco nos pesa porque está envuelto de la alegría de saber de su perdón, que no perdimos -aunque lo merecíamos- su Amor.
Ojalá sepa decirte lo que quiero.
Volviendo a nuestra historia: Estoy convencida que la clave, para los argentinos, no está en olvidarnos, o decir que no pasó nada -pasó muchísimo ¡y tanto!- sino en seguir amándonos, y optar por re-conciliarnos; volver a juntarnos, para seguir caminando.
Personalmente, estoy convencida, que entre hermanos, y amigos, la experiencia del perdón -de sabernos necesitados de perdón, y de poder perdonar- fragua enormemente la relación. Pero, mucho, por esto de la memoria agradecida.

Anónimo dijo...

Gracias por tus aclaraciones. Me parecen muy bién y las pensaré con calma.

Anónimo dijo...

He reconsiderado lo que decía el rabino y lo que dice Usted y lo he comparado con lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" punto 2839 a punto 2845 sobre todo al final del punto 2843 donde dice "No está en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al Espiritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesión". Como se ve el perdón cristiano es muy superior al rabínico y requiere del Espiritu Santo para concederlo, no consiste en perdonar y no olvidar sino en perdonar y transformar la ofensa en intercesión configurando al discípulo con su maestro como dice el punto siguiente del catecismo.
En cuanto a la memoria de nuestros pecados es siempre una memoria por parte del hombre, pués Dios cuando perdona (con la condición de que perdonemos a nuestros deudores) olvida y borra nuestros pecados, pues cambia la herida en compasión transformando la ofensa en Redención. Esto no es fácil de entender pero creo que la clave de la Cruz de Cristo está en esto.
Te cuelgo este otro punto, el nº 58 del compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
«La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo. Esto Dios lo ha realizado ya admirablemente con ocasión de la muerte y resurrección de Cristo: en efecto, del mayor mal moral, la muerte de su Hijo, Dios ha sacado el mayor de los bienes, la glorificación de Cristo y nuestra redención».
En resumen que el perdón cristiano es muy superior al rabínico, que el primero es muy sobrenatural y el segundo muy terreno y que como decía, creo que Juan Pablo II, cuando sólo se hace Justicia (sin misericordia) se corre el riesgo de hacer injusticia.
En cuanto al problema argentino del perdón, parecido al español de la Guerra Civil, es algo muy complejo y que requiere grandes dosis de olvido y de gracia de Dios. Los judios no olvidan el Holocausto, no están dispuestos a olvidar, se creen en su derecho a no olvidar y así nunca llegarán a perdonar.

hna. josefina dijo...

Rodriguez, no estoy segura que nos pongamos de acuerdo, pero no importa.
El catecismo, que me citás, bien dice 'purificar' la memoria, pero no dice olvidar. Jesús resucitó con las heridas que nosotros le hemos hecho, y las conservará por toda la eternidad.
Se olvida la ofensa, indudablemente, pero no el hecho.
No estoy tan segura que el perdón, en el caso de nuestros hermanos judíos sea puramente terrenal y el nuestro espiritual.
¿Existe un perdón terrenal?; la verdad que creo que todo perdón a una ofensa grave sólo se puede con ayuda de Dios... a judíos, cristianos, musulmanes y hasta ateos. Porque es sobre-humano.

Anónimo dijo...

Perdone que sea tan pesado pero lease de San Mateo el Capítulo 18, versículos 21 a 35 (el perdón de las ofensas) y reflexione sobre este último versículo y verá queno estoy tan descaminado.

Marina dijo...

Buenasssss...yo de mi experiencia personal de creyente, tanto perdonando como habiendo sido perdonada (esto último más frecuentemente que lo primero...), les comparto esto: depende qué se entienda por "olvido" . No, no me agarró un ataque de relativismo, Dios libre y guarde ;-). Me remito al diccionario RAE: "dejar de tener en la memoria lo que se tenía o debía tener": y en este sentido, tener o no algo en la memoria suele no depender de nosotros, el recuerdo doloroso viene, sin llamarlo. Pero la otra definición es "no tener en cuenta algo"; en este último sentido entiendo que sí es posible hacer convivir el perdón y el olvido: porque yo sé y me acuerdo de que me lastimaron, pero no actúo tomándolo en cuenta como razón para la venganza, para el odio, etc.
Lo mejor para mí es esta experiencia: yo -hablo de mis experiencias reales- tengo que seguir viendo a las personas que perdoné, así como ellas me tienen que seguir viendo, tratando, etc., a mí. Pero cuando hubo un perdón real - y la reparación consecuente cuando fue posible- la memoria del dolor provocado/recibido, no despierta ni en mí ni en los otros, en absoluto, ni rencor ni deseos de venganza ni amargura ni quejas; yo experimento realmente que les deseo el bien a muchas personas que me lastimaron y recibo de ellas lo mismo cuando yo las lastimé. "Desear el bien" es muy amplio, pero es esencial, después se verá en cada caso cómo se concreta. Yo creo que es mucho más maduro recordar un dolor (no darse manija a propósito, claro, no provocar a cada rato una reapertura de la herida) y poder decir "Te deseo el bien" que pretender una especie de santa amnesia que, en el fondo, para mí, hace menos valioso el "perdón". Y, da para una tesis ;-), pero obviamente, "desear el bien" no implica lo mismo según se le desee el bien a Martin Luther King o a un genocida nazi: en este caso sobreentiendo que "perdonar" y "desear el bien" tienen que ver con desear que el otro se humanice y no que se bestialice, con impedir que dañe a otros, con que reconozca sus errores, que asuma responsabilidades, que repare el mal cometido y que sufra las consecuencias legales de sus crímenes. Un abrazo